Paraselene, por Selva Dipasquale

Por Selva Dipasquale

Paraselene es el sueño de la biblioteca ordenada. Subrayados al infinito que resuenan en imágenes por el camino del deseo y del azar. Puro placer de lecturas para Selene, palabras que abrevan en la construcción del amor y la libertad. Los invito a seguir este blog abierto en julio de 2020. Nunca estamos solos.


***

 2021

 



ALFOMBRA COMO LÍRICA
I
Manadas de ciervos
en su rojo oscuro cálido
campo central,
y peces, guijarros, flores,
peonias con cerrados
pétalos, estambres en punta;
veinticinco rectángulos
trabajados en sedas.
trabajados en perlas,
trabajados en piedras.
II
Contentarnos
de como se nos entrega,
así debiéramos,
y pulsarla, gozarla,
deshilarla con el entendimiento absorto
en que cuervos son claves de larga vida,
y peces en pareja el emblema
de la dicha matrimonial,
y no cavilar, cavilar,
sobre que sí también alojara dragones,
blancos, de hielo, tierra,
sería lo que le pedimos:
talismán que por el piso
nos mueva a seguir el curso, regirlo
de las nubes, ríos,
neutralizar
del acre sabor nocturno esa
aprensión de los cielos
pudieran derrumbarse.
III
Uno querría,
y encontrarla, y pronunciarla,
saber de alguna sílaba, sonido
que acompañado de nuestros rezos,
especiales ejercicios del respirar,
provoque en el tejido arcanas resonancias,
improvisto acceso a cuanto permanece oculto,
instantáneos dragones.
 

Alberto Girri, 𝘓í𝘳𝘪𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘗𝘦𝘳𝘤𝘦𝘱𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1983.

Obra visual: Ernesto Neto
 

Para adentrarse en el blog, cliquear sobre el enlace:  PARASELENE

 ***

Como cada fin de mes Paraselene da cuenta del viaje de un libro. Una lectura atenta y en movimiento que, por momentos, obliga a retroceder, subrayar y marcar el papel.
Durante abril acompañó en la travesía El arte de narrar.
Tres poemas de Juan José Saer. Y uno, para escuchar: 

Para escuchar: Juan José Saer en PARASELENE 

 

 

ENCUENTRO EN LA PUERTA DEL SUPERMERCADO

 

LA HIJA:

Sí, pero no debiste mandarme esta mañana. No

debiste. Mis días, todos iguales,

no han debido, inesperadamente, ser divididos, y para

siempre, por esa

herida. Aunque desde el lugar en donde estás -la madurez-

se sepa que alguna vez, una mañana, en el espejo

de todos los días ya no se es, oh cambios, el mismo.

Ya no se es el que se era ni el que se creía ser sino otro.

Los años han de parecer, desde donde estás, cicatrices,

y el tiempo un cuchillo.

Pero si esta mañana, en el interior

del invierno, yo hubiese, por lo menos,

entre los monoblocs, en el aire gris, encontrado a alguien

que me hubiese llevado, como otras veces, a tomar un café,

ahora que hemos terminado de cenar,

que papá trabaja en su despacho olvidado de nosotras,

yo iría tranquilamente a mirar la televisión

sin la intuición de otro mundo o de otros mundos.



LA MADRE

¿Qué mundos, si se puede saber,

se han de intuir de la simple mirada

de un extranjero? ¿De un hombre de treinta años

parado una mañana contra la puerta transparente

del supermercado que, viéndote llegar,

se fija, por un momento, en tus ojos,

llevado, seguramente, por la inercia de la mirada,

de los ojos acostumbrados a errar y a rebotar

contra una muchedumbre de piedra? Has de haber tenido,

anoche, un sueño rápido, sin recuerdos, cuya memoria,

después, tembló un momento, sin florecer, en la mirada

del extranjero, una de esas asociaciones

en la que uno mismo, y no lo que se mira

es, en realidad, lo familiar. Y está también la turbación

que la mirada de un hombre de treinta años, hermoso,

como una ráfaga oscura, siembra

en una criatura que pisa,

por primera vez, el país del amor.



LA HIJA:

Sí, pero no era hermoso. Y no debiste, esta mañana,

mandarme. No debiste.



LA MADRE:

Por otra parte, ¿de dónde puede venir

un extranjero, como no sea del desierto?

El otro o los otros mundos que se vislumbran, a veces,

en las miradas ajenas son, para el que las vive desde adentro,

desiertos. Una llanura blanca, o gris, o amarilla, o negra,

idéntica a sí misma en cada punto, y en la totalidad,

donde no crece, a partir de cierta altura, ni siquiera

el horror. No, has tenido un sueño,

ni malo ni bueno,

un sueño dentro de un sueño

del que no se despierta más que para caer

en otro más grande, y en el interior de todo eso

no hay ninguna

realidad.

Una mirada no puede

revelar nada, porque no hay nada, pero nada, que revelar.

Y nuestras lágrimas

salen del ojo mismo, por compulsión:

ninguna fuente las alimenta.

Ahora iremos juntas a mirar la televisión

y en un momento dado nos preguntaremos,

como todas las noches, en qué somos nosotras

más reales que esas sombras

para las que ya todo, en un antes improbable, pasó.

Y si nos asomáramos, por un momento, al balcón,

¿diríamos acaso que esas hileras de ventanas iluminadas,

todas iguales, y esas luces allá abajo, en hermandad con

nuestros

recuerdos, son lo que creemos que debe ser, y lo que llamamos,

un mundo? No, nadie puede despertarse, porque no hay

ninguna mañana a cuyo sol despertar.



LA HIJA:

Sí, pero no debiste mandarme. No

debiste. Lo otro, de golpe,

se me reveló, como otro, simplemente,

sin ningún paraíso, más adelante, o, si se quiere, más atrás.

Lo otro, más hiriente

que un golpe en plena cara, que una pared

destellando en la orfandad del verano. No debiste,

no mandarme, mamá, porque se me han cerrado,

desde esta mañana, las puertas, endebles, de lo conocido,

que una vibración, fragilísima, puede, inesperadamente,

abatir.

Ya nunca seré la que fui. Me esperan

años de duda, de miedo, de irrealidad,

la tentación, probablemente, de la noche,

la muchedumbre del insomnio, el vacío.

Y ustedes, mi padre como mi madre, mis hermanos,

bocas que comen, a su manera, mi vida,

se perderán, desde ahora, en una suerte de niebla o de lluvia

muda, por los siglos de los siglos. No

debiste mandarme, no, no debiste. Porque

en la puerta del supermercado,

por encima del ruido de las registradoras,

en el invierno liso y monótono,

en la selva del hambre, incurable y ancestral,

esos ojos, aunque guardaran, en el revés, el desierto,

me mostraron, enteramente, y por un momento la red de nuestra prisión.

 

-Obra: Jackson Pollock- 

Para continuar leyendo, cliquear sobre el enlace: PARASELENE

***

 El viaje de los libros. Presentación

 Para escuchar, cliquear sobre el enlace: EL VIAJE DE LOS LIBROS


 ****

 2020

 





CTALA-MOCHITA -VALERIA CERVERO

14-

La belleza no se separa del mundo. El sonido del agua es el sonido del primer día. Tal vez por eso no sabemos qué decir. Las palabras fluyeron hasta quedarnos sin nada.

38-

El cuerpo humano tiene su propia memoria. Hecha de dolores, deseos y debilidades. El cuerpo de un árbol recuerda las tormentas y las sequías, la escasez y la abundancia. Todos los cuerpos tienen sus huellas. La escritura es el cuerpo que no olvida.

58-

El misterio es lo que nos une a quienes más queremos. El de las pequeñas cosas y el cada día. El hilo que sostiene lo que no se puede decir.

Valeria Cervero, Ctala-mochita, Editorial Barnacle, Buenos Aires, 2020.

Obra visual: Antoni Tàpies

************

Paraselene




 
Escribo tu nombre en un papelito 
con un lápiz de carpintero. 
Lo doblo hasta que es un grano de arena.
Lo entierro en el patio,
lejos de cualquier cobijo.
Hago el mismo trabajito
con mi nombre.
Construyo mi barrilete
con papel de un diario
que anuncia lluvia.
Me siento con el lápiz en la oreja
como cuando era niño.
Llueve.
El patio se ha llenado
con las flores de tu fragilidad.
Nada muere.

***
Lavo las frutas recién caídas de mi patio.
Con un cuchillo pelo una naranja
y observo su debilidad.
Es cierto,
el mundo se está desmoronando.
Cubro la naranja con pudor de padre
y me acerco al naranjo.
Caen las primeras gotas de lluvia.
Si se escucha con atención de abuela,
todo habla.

***
Mi mamá me lo enseñó
cuando iba al jardín de infantes:
lo primero en la vida es el deber.
Por eso, cuando te veo reír a carcajadas
y parece que vas a explotar
de una belleza casi ahogada,
siento que te debo tanto, tanto.
Por ejemplo, el océano
que nace en el horizonte de tu risa,
como esas olas de bandera roja,
donde se puede barrenar
con riesgo a todo.
 
Pablo Duca, Un árbol en el medio de mar, Editorial Baldíos en la Lengua, Buenos Aires, 2019.  - Obra visual: Josh Dorman.
 
 
 ************
 

#TRIPACORAZÓN



Sin remordimientos


Que no se malinterprete:

hoy estoy desafiliada del mundo.


Aborrezco a quien lo habita

podría matar un bambi un dandi

con las uñas de aburrimiento.


Así, desafiliada del mundo,

me permito odiar

              /a mis hijos

               mis amantes

               mis certezas y su precariedad insoportable/


No tolero nada me jode todo

            /botellas vacías

            tinta indeleble

            olor a viejo

            enchufes redondos

            frascos sin tapa

            naftalina

            caries

            múltiplos de seis

            papiloma humano/


No hay credencial arco

                /obra social sindicato club partido arquero/

que me ataje.


Desafiliada de todo

odio principalmente

a la primera

            /única absoluta exclusiva/

responsable-

¡Salud Madre!


Julieta E. Santos, #Tripacorazón, Editorial Milena Caserola, Buenos Aires, 2020.

Obra visual: Aloïse Corbaz

 
Para continuar leyendo, cliquear sobre este enlace PARASELENE
 
 ************

No hay comentarios.:

Publicar un comentario