"Esto es hermoso. La Biblioteca Virtual es un proyecto hermoso. De a ratos, el mundo es hermoso" -Margarita Roncarolo-
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lunes, 30 de noviembre de 2020
Entrevista a la Biblioteca Virtual
sábado, 28 de noviembre de 2020
ENCENDER EL FUEGO PARA QUE LA ESCRITURA SUCEDA - MARTA BRAIER
Sábado 21 de Noviembre de 2020. Conferencia. Video en vivo en el ciclo organizado por Biblioteca Virtual.
En “El poema de los dones” de El hacedor, Borges nos dice: Nadie rebaje a lágrima o reproche/ esta
declaración de la maestría /de Dios que con magnífica ironía / me dio a a la
vez los libros y la noche […] Lento en mi sombra/la penumbra hueca exploro con
el báculo indeciso, /yo, que me figuraba el Paraíso/bajo la especie
de una biblioteca.
Traigo este último verso en especial, en agradecimiento a Selva
y a todos los mentores
entusiastas de esta Biblioteca
Virtual, que hoy es templo para mi
palabra. Y aquí estoy con alegría y
mucha emoción de trasmitir estas reflexiones,
mas aún: “Estos días que guardamos nuestros cuerpos para protegernos, nos abrazan las palabras.”
¿ Por qué les traigo esto? Una
hace lo que hace, porque siente pasión
por lo que hace. Y desde hace 40 años
ayudo a escribir . A dar a luz. A
reconocerse en la propia voz . Sobre esto quiero hablarles. Sobre mi
experiencia.
Yo canalicé mi fuerte emocionalidad en la conducción del
Taller Literario a pesar de las críticas
de mi padre: Vos sos muy emotiva, muy emotiva… ¿Qué vas a hacer con esa
carrera? ¿Profesora de Letras? Te vas a morir de hambre… Pero me recibí de Profesora de Letras y crié a mis
hijos con mi trabajo como coordinadora de taller y sigo agradecida a la vida
por haber elegido este camino no tradicional. Esta
práctica de enseñanza no formal. Comencé
en el año 1982, en mi casa. Estábamos en las postrimerías de la
Dictadura y los talleres habían proliferado. La cultura sucedía puertas adentro
como se podía.
Sin embargo la decisión en
contra de mi padre me trajo cefaleas por
largo tiempo. A Cortázar lo llevaron a un médico porque leía demasiado… Mi
madre me instó a ir a un neurólogo, por mis
cefaleas y porque me distraía poco, según el médico. ¿ Ud, se distrae?,
me preguntaba. Yo ya estaba leyendo desde muy chica a Romain Rolland, los
numerosos tomos de “Juan Cristóbal”; y
había leído también “Bonjour tristesse“, de Francoise Sagan; libros que le habían regalado a mi madre, y
que aún conservo con sus bellas tapas antiguas.
Siento que mi trabajo, más
allá de dar herramientas para
perfeccionar la escritura, descubrir una vocación dormida e incentivarla; o
iluminar la Lectura, mejora la vida. Da felicidad. A mí personalmente me mejoró la vida en vivencias de
comunicación plena, en el registro de la vulnerabilidad del otro, de la
intemperie, que nos es común a
todos. Una comparte el embrión, lo
creativo en estado puro, el arranque entrañable de la emoción, la música del
pensamiento, del recuerdo, del corazón y después los logros en el discurso del
texto, a fuerza de rigor y constancia.
Después contaré alguna anécdota que dejó huella.
Contarles, que esa vivencia de la montaña azul, el Aconquija de niña, que yo veía desde la ventana de mi cuarto, fue el principio de mi vocación por la
Poesía, por la belleza de la Palabra, el encuentro primero con la
incertidumbre, con el misterio de la vida. Después, ya cursando el secundario, tuve una experiencia fundante con una profesora de literatura. La Garbero,
la llamábamos. Ella me marcó el camino hacia la Literatura. La Garbero nos hizo
leer- hasta me acuerdo del patio de la escuela y del sol picando a la hora de
la siesta- nada menos que “El sonido y la furia” de William Faulkner y “La
Metamorfosis “, de Kafka. Entrar a los dieciocho años en el dramático universo
familiar de los Compson de Faulkner, o en el siniestro y desventurado mundo de
Gregorio Samsa, significó para mí el encuentro con la Gran Literatura, el
descubrimiento de las posibilidades inauditas de la palabra literaria, la
sorpresa de una realidad textual que me conmovía hasta los tuétanos y que me
devolvía al mundo más calma y sabia: empezaba a intentar “comprenderlo” Esto lo recordé también en un
reportaje que me hizo el poeta Rolando
Revagliatti , hace unos años.
Asocio este efecto de la
palabra en el teatro griego al efecto en
el receptor en general cuando la palabra
literaria llega con todo su esplendor,
su brillo. Por eso acostumbro a
leer los textos que escriben los
asistentes escritores en mi taller, en voz alta . Aún hoy lo hago por video
llamada o zoom. Para que los aprehendan,
y se distancien o se desenamoren, para reelaborarlos ; o se enamoren más; y finalmente
produzcan esta conmoción casi
corporal de la literatura, cuando
alcanza belleza sumergida en su dignidad intrínseca. Y también, la
lectura en voz alta, de los
grandes autores, como método para
crear un estado de gracia, una recepción sensible que después se ha de expresar en la creación personal.
Qué materia desean los ojos y que no pueden ver?/No esta especie de traición a lo largo del pavimento/ la naturaleza criminal que revelan los automóviles/ el taciturno rumor de las cosas manufacturadas/ la vacilante verdad de la muchedumbre hacia el ocaso/Cuál es la relación de esta escena con el otro orden?/ La divinidad esta aquí por delegación sombría/Hay un millón de ventanas y cada una padece/su teólogo fracasado ante la única realidad posible/con su correspondiente dolor de cabeza al anochecer.”
(de
Joaquín Giannuzzi en su poema: Teólogo en la ventana)
Pero, ¿ cuál es el alma del taller? (El taller como caldo de cultivo)
Cada uno crea / de las astillas que recibe/
la lengua a su manera/ con las reglas de su pasión.
Juan José Saer
Entonces, hay que sorprender, para que el alma
descienda hasta un estado de anonadamiento, esa
suspensión en un instante único
del pensamiento lógico y desde
ahí escribir o leer, pero ya desde otro
lugar. Cuando se ha vivido ese
deslumbramiento, o asombro virginal,
diría, nada será igual; algo así
como poner al alma en un estado de infancia espiritual prodigiosamente sensible.
Echar el anzuelo en el mar de
la vida- dice Edgar Bayley. Y hay que entrar ahí en ese
bosque. El Taller es un abrepuertas, el
coordinador, cerrajero de innumerables llaves, como en la mayéutica socrática, ayuda a dar a luz, simplemente leyendo ese río subterráneo que el
asistente trae pero desconoce. hay que crear el clima para lo que ya
es, pero esta oculto. Esto es el
alma del taller.
La escritura es un agua dormida bajo un manto de cólera, dice, el poeta Jorge Boccanera.
Es la llegada de los panaderos del aire.
La abuela dice que hay que pedir un deseo
y soplar fuerte
para que el deseo se cumpla.
Ella pide. Ahí va.
( Este es un fragmento de “El río
secreto”, mi último poemario.
Crear un clima, sorprender,
detener el vértigo, anonadar. Ocurre , a
veces que un verso, una frase, permite que aflore una paleta literaria inexplorada que puede abrir caminos
hacia el afianzamiento personal en un estilo, en una temática.
Nos dice en su “Trilce” el peruano César Vallejo
Y vuelvo a Haroldo Conti, ese modo sutil de Conti, su uso
particular de La levedad. A ese cuento, “Los novios”, hay que entrarle en puntas de pie. Hay mucho
silencio. Y una ha explicado que al cuento no se le tienen que notar las
costuras, que la enunciación eficaz va por los bordes. Una ha hablado sobre la
ambigüedad, sobre la materia subyacente. Se trata de ayudar a percibir la
atmósfera, cómo Conti rodea la historia sin decirla, su particular punto de
vista, el tono menor. La muerte vendrá , sorprenderá en la historia
narrada, ese es el núcleo argumental,
pero primero habrá menudos indicios, en la referencia a la vida perecedera de
ciertos árboles, al día que muere en el atardecer, al camión de riego que
aparece en el pueblo siempre a la misma hora, o al almacenero con el lápiz
colgado en la oreja que se asoma a la calle para ver pasar la gente...mientras
el tiempo, sigue su curso .
Encender el fuego para que la escritura suceda...
De qué color la sombrilla
contra el amor de Octubre?[...]
Atravesando las disputas, o mejor, las disputillas,
no oíste
que los pájaros cantaban, cantaban por el corazón de la lluvia?
Y así, ir sembrando en ese
espacio tiempo del encuentro de Taller, una materia sutil, astillas de experiencia para alcanzar una luz
en la inmediatez de las lecturas propias, de otros compañeros de taller o de
autores consagrados; una insospechada lucidez. Acaso tocar esa fragilidad, la
angustia que nos iguala a todos.
Saer en “El arte de narrar,” su libro de poemas.
Vengo nombrando caballitos de batalla, disparadores
que provocan ideas, emociones,
descubrimientos formales . Tambien la
siempre recordada, Irene Gruss, con su economía e ironía trágica en el ámbito de lo doméstico:( Yo estuve
lavando ropa/ mientras mucha gente desapareció…); o el Neruda de
“Residencia en la tierra”: Sucede que me canso de ser hombre [...] Sucede que entro en las sastrerías y en los
cines/ marchito, impenetrable/ como un cisne de fieltro/ navegando en un agua
de origen y ceniza […] .
Dialéctica amorosa con lecturas que facilitan la comprensión del
fenómeno literario.
O recurrir al gran César
Vallejo , otra vez, para mostrar la
torsión del verso cuando se impone la necesidad de decir, desde
esa sintaxis y no otra : Tahona estuosa de aquellos mis bizcochos/
pura yema infantil innumerable, madre.
Y también es necesario alertar con que hay que escribir con el
recuerdo de la pasión, deponer el orgullo y la ansiedad y saber que éste es
un oficio que exige disciplina, rigor, solitariedad. Es necesario leer con
agudeza y saber leerse.
Alejandra una vecina de un
edificio en donde yo vivía hace pocos años, me encontraba a menudo en el ascensor y me decía : tengo que ir a
verte, yo sé que vos tenés taller, que das clases, Yo escribo, ¿sabés ?
Pero no le muestro a nadie lo que
escribo .
Hasta que una noche nos encontramos en el ascensor y me dijo: ¿Te subo un CD con mis poemas,
ahora? Y cuando yo puse el CD en mi compu y empecé a leer los poemas me
sorprendí y le dije : Vos sos ya una
poeta Tus poemas son muy buenos, muy acabados. Y tenían ecos del
entrerriano Juanele, paranaense ella. ( Angles)
Y entonces la vi, arrodillada,
en el piso, con las palmas unidas
en actitud de rezo, de
agradecimiento, emocionada hasta las
lágrimas y yo también. No me olvido de este momento.
María Elena de 80 años venía con un bolso
con sus cuadernitos y un rollo de papel higiénico. Sacaba todo cuando venía a
casa y en sus cuadernos de tapa blanda escritos a lápiz, llegó a escribir una novela de su vida en un colegio de monjas
donde la dejaron pupila cuando murió su padre, desde los 8 años. Nuestra Señora
del Rosario, liderado por las Dominicas francesas, sin visitas de nadie .La novela se llamó “La
Elegida”, y aún hoy recordarla a María
Elena, me conmueve. Manejaba la ironía y la síntesis sin saberlo, lo hacía con maestría. Tenía ya su estilo,
sólo que ella no lo sabía. La ayudé a descubrirlo y a perfeccionarlo. Supe del
encierro atroz en ese colegio, de la disciplina estricta, de las madrugadas de
frío, de la limpieza de la interminable escalera hasta la capillita desde donde
se divisaba un pedacito de la bullente
avenida Cabildo, supe del autoritarismo
de esas monjas, del sacrificio diario, de las picardías, de los sueños... del
paréntesis de las clases de música, de
la mantequilla en las manos escondida en las horas de la oración, para reemplazar la crema de la cara... A partir de esos apuntes nerviosos , la experiencia humana con ella durante muchos
años ; o con Alejandra y con tanta gente que ha pasado por mi taller, me ha enriquecido y estoy muy agradecida a la vida.
Y
finalmente vamos llegando a las conclusiones en relación con la práctica de
esta tarea. Hemos tenido en cuenta la importancia de lo
que hemos llamado caldo de cultivo, el clima propicio para que la
escritura suceda, para que lo oculto o desconocido para el tallerista salga a
la luz. Se ha dicho que uno no sabe lo
que le ha sido dado escribir. Y leerse
causa una radiante perplejidad. Más
allá del desarrollo de la autocrítica y de la capacidad crítica, más allá
de insistir en la disciplina, en
el rigor, el necesario aislamiento y sembrar conciencia de que el
taller es un proceso en el tiempo; todo nos lleva a la conclusión final
de que El Taller es Forma, es
el Cómo.
No hay
recetas para el Taller literario. Hay esta comunión. Hay un dejar ser al otro
desde lo que trae en una primera aproximación. Y saber esperar. Es un largo
proceso de acompañamiento, paciencia, y
guía. Un oficio artesanal que trasunta una visión del mundo.
Y vuelvo
a las citas, porque están ahí, brotan en
las clases como flores silvestres.
Uno vive atravesado por otras voces, inmerso en tantos otros, otras, que nos
contienen. Y así, Octavio Paz dice, lo habrán escuchado ya: todo resuena apenas se rompe el equilibrio de
las cosas. Cuando el equilibrio se rompe. el cielo escoge entre los hombres a
aquellos que son más sensibles y los
hace resonar.
Yo
encontré mi destino en la palabra. En un
texto de mi último libro, “El río secreto”, hay una referencia:
La maestra
pronunció la palabra destino esa mañana en la escuela
y ella pensó en su familia
y en el desorden de las baratijas del bazar
se quedó pensando en esa palabra le gustan las palabras
cuando sea grande va a escribir
las palabras son como personas: laten
Gracias
otra vez, Selva, gracias Rita Kratsman por los tradicionales blogs con sus acertados nombres: La infancia del procedimiento; El infinito
viajar, que me permitieron también reflexionar sobre la creación, sobre mi
trayectoria: Vida- Literatura y sobre la
Creación.
Bienvenida sea la Palabra poética
que reúne todos los anhelos de la vida y todos los estremecimientos.
Bienvenido sea en esta época el
Abrazo de la palabra. Gracias por este
espacio que me brindaron. Y que se termine pronto esta pandemia . Salud para
todos .
Y me despido con versos esperanzados del querido Juanele Ortiz:
Encontraremos, sí,
la armonía primera pero más iluminada
Seguiremos llamando, sí, pero desde las ramas libres
y seguras, aunque
[siempre sobre el vértigo
al día cada vez más puro. con el rostro cada vez
más próximo del ángel.
Y
quiero agregar un texto de uno de mis primeros alumnos, Fabio, no sé nada de
él, pero conservo un papelito, ya amarillento,
que me trajo en tamaño carta con un texto escrito a máquina . Este texto
tiene la fecha Abril de 1983. Así que
para Fabio, para todos, todas, en honor a mis inicios, lo transcribo, a
modo de colofón. Gracias otra vez .
Marta Braier
La mariposa y el colectivo
Hoy
una mariposa subió al colectivo.
No
era tan colorida como esas que vienen disecadas en platos para la pared, pero
me parecía hermosa entre tanto invierno.
La
gente comenzó a mirarla. Ella revoloteaba por todos lados, chocando
ocasionalmente con el parabrisas o alguna de las ventanillas, subiendo,
bajando, o posándose en la cabeza de los pasajeros.
Al
rato todos la seguían con la vista, hasta el colectivero, que la miraba por el
espejo retrovisor.
De pronto, hizo una pirueta que parecía un salto
mortal y cayó al piso. Allí estuvo moviéndose convulsivamente un rato,
finalmente quedó inerte.
Yo seguí mirándola todo el tiempo, hasta que una
mujer que bajaba apurada la pisó sin darse cuenta.
lunes, 9 de noviembre de 2020
Arte compartido
El artista visual Sergio Ucedo nos acerca, generosamente, su arte en el stencil. Agradecemos, una vez más, su acompañamiento y la hermosura.